jueves, 19 de noviembre de 2009

Historias en super8

Hace años escribí un par de guiones para sendos cortometrajes, que, obviamente, nunca llegaron a realizarse. No obstante, sirvieron para entrenar la cabeza en lo que a contar historias se refiere. Pensar en los hipotéticos diálogos, en el desarrollo de la trama, sirvieron, sin duda, para que ahora pueda diseccionar lo que pasa en mi vida. Sin embargo, no digo que lo haga correctamente y acertando siempre. Simplemente, lo hago a mi manera (¡qué grande eres Frankie-ojos-azules!).
Francamente, contar historias es lo que hacemos todos los días y si no lo hacemos, nos gustaría hacerlo. El simple hecho de imaginar el trabajo que tenemos por delante un día cualquiera es contarnos una historia, a nosotros mismos si, pero contarla al fin y al cabo. Así que, ¿por qué no dejar esas historias por escrito?
Con ese espíritu, lo suyo sería inundar la red y los cuadernos de historias cotidianas sin final. De historias tontas, que, sacadas de contexto, pierdan la gracia y la frescura. Pero no seré yo quien cuente las historias de otros. Que cada uno se haga responsable de sí mismo, ¿no?. Así que, empezaré por no poner la televisión, encenderé el tocadiscos y me quedaré mirando cómo giran los vinilos describiendo órbitas concénctricas a tu alrededor. Porque claro, al igual que casi todas las historias que tengo en la cabeza, todo gira a tu alrededor.

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